UNA REALIDAD QUE CONVOCA A TODOS
En el Perú viven actualmente 23 millones 947 mil habitantes. La población menor de 18 años representa el 42%, es decir 10.057 millones. El 12% son niños y niñas de 0 a 4 años, el 16% de 5 a 11 años y el 13% de 12 a 17 años. Por áreas geográficas encontramos que en las zonas rurales el 45% de la población son niños y adolescentes y en zonas urbanas constituyen el 34% de la población (INEI)
La crisis económica, la pobreza, la falta de empleo en nuestro país, han afectado directamente a la población menor de 18 años y sus familias, generándose una diversidad de problemas sociales, el trabajo infantil, por las características de nocividad que adquiere, se convierte en parte de dicha dificultad social.
La situación actual de los niños, niñas y adolescentes que trabajan, es parte de una realidad que debe convocar a todos los actores sociales, tanto del sector privado como estatal; principalmente a quienes están encargados de diseñar, implementar y vigilar que las políticas orientadas a proteger y mejorar las condiciones de vida de la población infanto juvenil se cumplan.
Es evidente, que las políticas en beneficio de la infancia deben considerar los diferentes problemas y situaciones que estos enfrentan. El trabajo infantil constituye una de éstas situaciones que los niños, niñas y adolescentes afrontan cotidianamente y que merece nuestra atención.
El trabajo infantil se ha incrementado notablemente en las últimas décadas. Frente a este incremento, los gobiernos de turno han diseñado políticas generales, sin tomar en consideración las diversas causas que lo originan ni las características que éste adquiere en las diferentes regiones y departamentos del país.
Éste es el caso de Ayacucho, departamento ubicado en la Sierra Sur, considerado como uno del más pobre y principal escenario de la violencia socio política en el país. Hecho que generó que un gran porcentaje de pobladores migraran desde distintas provincias del interior hacia la urbe, cambiando parte de las costumbres como resultado de enfrentarse a una nueva y distinta realidad.
La mayoría de ellos se desplazaron en busca de seguridad personal y familiar, instalándose en viviendas de propiedad de sus familiares, otros alquilaron y/o invadieron terrenos de propiedad del Estado o privadas y que actualmente se han convertido en asentamientos Humanos, Pueblos Jóvenes, denominados hoy, zonas urbanas marginales. Produciéndose a partir de los años 80 un crecimiento poblacional no planificado.
Las invasiones constituyen una de las características del desplazamiento forzoso que se produjo en la etapa de violencia socio-política que vivió el pais especialmente el departamento de Ayacucho.
Al llegar a la ciudad, los emigrantes, se encontraron con una realidad distinta al campo que trastocó sus costumbres, su cultura. Tuvieron que adaptarse a las condiciones que se les ofrecía y desarrollar o buscar insertarse en nuevas formas de trabajo.
Pero, en esta búsqueda de atención a las necesidades de la familia y de generación de ingresos, no sólo las mujeres jugaron y juegan un papel importante, sino también los niños, niñas y adolescentes.
Existen diversos espacios donde los niños, niñas y adolescentes desarrollan sus actividades laborales (cargadores, lustradores de calzados, vendedores ambulantes de diversos productos, canillitas, etc.), los mismos que les permite obtener durante el día, ingresos por debajo de los cinco nuevos soles, mayormente en condiciones de alto riesgo y explotación. El gran porcentaje de ellos son menores de 12 años y se ubican en los mercados, la Plaza Mayor, cementerio, centros de diversión nocturna, entre otros.
Nelson, es un joven que desde muy pequeños trabajó, realizando diversos oficios. Él nos cuenta su historia de vida, que representa la realidad de muchos, niños, niñas y adolescentes que trabajan para sobrevivir.
En el Perú viven actualmente 23 millones 947 mil habitantes. La población menor de 18 años representa el 42%, es decir 10.057 millones. El 12% son niños y niñas de 0 a 4 años, el 16% de 5 a 11 años y el 13% de 12 a 17 años. Por áreas geográficas encontramos que en las zonas rurales el 45% de la población son niños y adolescentes y en zonas urbanas constituyen el 34% de la población (INEI)
La crisis económica, la pobreza, la falta de empleo en nuestro país, han afectado directamente a la población menor de 18 años y sus familias, generándose una diversidad de problemas sociales, el trabajo infantil, por las características de nocividad que adquiere, se convierte en parte de dicha dificultad social.
La situación actual de los niños, niñas y adolescentes que trabajan, es parte de una realidad que debe convocar a todos los actores sociales, tanto del sector privado como estatal; principalmente a quienes están encargados de diseñar, implementar y vigilar que las políticas orientadas a proteger y mejorar las condiciones de vida de la población infanto juvenil se cumplan.
Es evidente, que las políticas en beneficio de la infancia deben considerar los diferentes problemas y situaciones que estos enfrentan. El trabajo infantil constituye una de éstas situaciones que los niños, niñas y adolescentes afrontan cotidianamente y que merece nuestra atención.
El trabajo infantil se ha incrementado notablemente en las últimas décadas. Frente a este incremento, los gobiernos de turno han diseñado políticas generales, sin tomar en consideración las diversas causas que lo originan ni las características que éste adquiere en las diferentes regiones y departamentos del país.
Éste es el caso de Ayacucho, departamento ubicado en la Sierra Sur, considerado como uno del más pobre y principal escenario de la violencia socio política en el país. Hecho que generó que un gran porcentaje de pobladores migraran desde distintas provincias del interior hacia la urbe, cambiando parte de las costumbres como resultado de enfrentarse a una nueva y distinta realidad.
La mayoría de ellos se desplazaron en busca de seguridad personal y familiar, instalándose en viviendas de propiedad de sus familiares, otros alquilaron y/o invadieron terrenos de propiedad del Estado o privadas y que actualmente se han convertido en asentamientos Humanos, Pueblos Jóvenes, denominados hoy, zonas urbanas marginales. Produciéndose a partir de los años 80 un crecimiento poblacional no planificado.
Las invasiones constituyen una de las características del desplazamiento forzoso que se produjo en la etapa de violencia socio-política que vivió el pais especialmente el departamento de Ayacucho.
Al llegar a la ciudad, los emigrantes, se encontraron con una realidad distinta al campo que trastocó sus costumbres, su cultura. Tuvieron que adaptarse a las condiciones que se les ofrecía y desarrollar o buscar insertarse en nuevas formas de trabajo.
Pero, en esta búsqueda de atención a las necesidades de la familia y de generación de ingresos, no sólo las mujeres jugaron y juegan un papel importante, sino también los niños, niñas y adolescentes.
Existen diversos espacios donde los niños, niñas y adolescentes desarrollan sus actividades laborales (cargadores, lustradores de calzados, vendedores ambulantes de diversos productos, canillitas, etc.), los mismos que les permite obtener durante el día, ingresos por debajo de los cinco nuevos soles, mayormente en condiciones de alto riesgo y explotación. El gran porcentaje de ellos son menores de 12 años y se ubican en los mercados, la Plaza Mayor, cementerio, centros de diversión nocturna, entre otros.
Nelson, es un joven que desde muy pequeños trabajó, realizando diversos oficios. Él nos cuenta su historia de vida, que representa la realidad de muchos, niños, niñas y adolescentes que trabajan para sobrevivir.
¿Cuál es tu nombre?
Mi nombre es Nelson
¿Cuántos años tienes?
Tengo 18 años de edad
¿Dónde vives?
Vivo en Vista Alegre, en el distrito de Carmen Alto
¿Con quienes vives en tu casa?
Vivo con mi madre, más mis nueve hermanos, somos 11 personas en total.
¿Dónde nacieron tus padres?
Mis padres son de la provincia de cangallo. Ellos migraron hace veinte años. Mi papá fue asesinado cruelmente cuándo retornaba a su pueblo.
¿Tu madre trabaja?
Desde que perdimos a mi padre, mi madre fue la única que se responsabilizo de nosotros.
Cuando migró del campo a la ciudad, mi mamá no sabia otra cosa que las actividades del campo, por ello tuvo que vender verduras en el mercado central.
¿Les alcanza el dinero que gana tu mamá?
El dinero que gana mi madre de todo un día de trabajo no nos alcanza.
¿Cómo solucionaban, entonces las necesidades de la familia?
Los hijos mayores empezamos a trabajar
¿Estudias?
Ya concluí con mis estudios primarios y secundarios
¿Durante el tiempo que permaneciste en el colegio, tuviste alguna dificultad?
Inicie mis estudios a los 5 años, concluí a los 16 años de edad. Durante este tiempo no tuve dificultades de rendimiento, fui uno de los primeros alumnos, el problema que siempre tuve fue económico.
¿Cómo solucionabas dicha dificultad?
Durante el día tenia que trabajar, ayudaba a mi madre a vender papas y otras verduras en el mercado y estudiaba en el horario nocturno. Mis profesores me tenían mucha consideración, porque era muy aplicado.
¿Cómo distribuías tu tiempo para estudiar y trabajar?
Cuando yo estudiaba, lo hacia en el turno de la noche, es decir, de 6:00 p.m. a 10:00 p.m. de la noche. Llegaba a casa y cumplía con mis tareas o repasaba mis cursos hasta las dos o tres de la madrugada. Me levantaba a las seis de la mañana para salir a trabajar durante el día.
¿Cuántos años tenias en el momento que empezaste a trabajar en el mercado?
Tenía 5 años
¿Fue la única actividad que te dedicaste?
No. Mi madre ganaba muy poco, no alcanzaba, tuve que buscar otro trabajo. Fui cobrador de combi, vendía herramientas en la ferretería, me vestía de payaso… hice muchas cosas para sobrevivir al lado de mi madre y mis hermanos.
¿Te pagaban las personas para quienes trabajabas?
Sí. Pero ha habido muchas oportunidades que no me pagaron y en otros casos me daban muy poco.
¿A qué te dedicas actualmente?
Ya concluí con mis estudios, por el momento estoy en el servicio Militar, he ingresado voluntariamente. Los sábados y domingos salgo del Ejército para trabajar como cobrador de combi. Gano entre 8 a 10 nuevos soles diarios… ya sirve para algo.
¿En que inviertes el dinero que ganas?
Le doy a mi mamá, y una parte de él lo utilizo para comprar lo que necesito
¿Participas en algún programa dirigido a adolescentes?
Sí. Me incorpore al Programa CASADENI cuando tenia 13 años, fui llevado por un educador. Es un programa de la institución Wawakunamantaq, es la Casa con que muchos niños y adolescentes trabajadores soñamos.
¿Desde cuando Participas?
Participo desde el primer año de creación de CASADENI (hace 5 años). En aquel tiempo yo trabajaba como cobrador de combi.
¿Cuál fue la razón de tu incorporación en el Referido Programa?
Los educadores de CASADENI salen a diversos zonas donde los niños, niñas y adolescentes trabajan, es así que uno de ellos se encontraba en el mercado central y me acerqué a escuchar qué decía, en ese momento me pude informar que existía una institución que defendía y defiende los Derechos de los Niños, niñas y adolescentes que trabajan.
¿Qué experiencia has logrado acumular en dicho programa?
Durante estos años he ido acumulando muchas experiencias, aprendí mucho, hoy conozco mis DEBERES Y DERECHOS y tantas otras cosas que me permiten incluso hablarles a los NNATS que nos visitan diariamente.
¿Continúas asistiendo?
Sí. Hasta el momento no he dejado de asistir
¿Y cómo haces para tener permiso de tus Jefes del Ejército?
Ahora hay más facilidades. Los soldados que sirven a la Patria, tienen la oportunidad de capacitarse. Por ello tengo el permiso diario de mis Jefes para participar en los talleres productivos, formativos y recreativo – culturales que ofrece CASADENI.
Los educadores nos enseñan muchas cosas, aprendemos danza, música, costura, artesanía, y además nos brindan reforzamiento educativo. También hemos aprendido a organizarnos. Fui delegado y participe en diferentes encuentros de NNAT´s, tanto local, regional y nacional. Ojala que CASADENI continué siempre.
¿Qué te gustaría ser el futuro?
¿Saben? Mi sueño es ser cantante y militar. Ya postulé a la Escuela de oficiales en la ciudad de Lima, pero no tuve suerte. Seguiré intentando y continuaré buscando espacios laborales.
Donde me encuentre DEFENDERÉ LOS DERECHOS DE TODOS LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES, principalmente de los trabajadores.
Así como la historia de Nelson, también existen otros niños, niñas y adolescentes que trabajan y estudian, cuyas historias podrían mostrar cómo el desarraigo del espacio natural de vida, los cambios forzados que se producen en las costumbres, las pérdidas violentas de sus seres queridos y la pobreza en que muchas familias se han visto y se ven obligadas a vivir, actúan como factores determinantes para que los niños trabajen y asuman cualquier actividad, al margen de las condiciones en que deban realizarlos (Explotación).
Sin embargo, Nelson siempre consideró el trabajo como algo natural y que lo dignificaba como ser humano. Es así que aun ahora sigue buscando un espacio que le permita desenvolverse laboralmente, porque sus necesidades empiezan a ser otras.
Habría que preguntarse entonces: ¿Qué ha hecho el Gobierno local por proteger a los niños, niñas y adolescentes que trabajan?
¿Cuántos gobiernos locales han dado cumplimiento a los dispositivos señalados en el Código de los Niños y Adolescentes?
¿Cuántos niños, niñas y adolescentes trabajadores se encontraran registrados y carnetizados por las Municipalidades del país?
¿Qué han hecho los gobiernos de turno por modificar la situación de pobreza de las grandes mayorías que afectan principalmente a niños, adolescentes y jóvenes?
¿Después de haber vivido diez años bajo un gobierno autocrático; cuáles serán las medidas que deberán tomar las actuales autoridades y las que vendrán, en torno al trabajo infantil?